sábado, 26 de febrero de 2011

Capítulo treinta y dos

Miradme. ¿No soy acaso la viva imagen de un despojo? ¿No soy yo quizá nada más que los restos de lo que algún día fui o pude llegar a ser?

Sentidme. Nada en mi interior. Soy un espectro. Un cuerpo vacío, impreciso, exento de valor. Roto.

Quemadme. Quemadme viva. No dolerá ni la mitad de lo que duele ahora. No asfixiará tanto el humo como el vacío que tanto pesa dentro de mí.

Déjame. Hazte a un lado en mi lugar. No necesito odiarte, tan sólo odio necesitarte. Hazme daño. Desencántame.


No quiero ser. No quiero ayuda. Ayudadme.

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