martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo dieciocho

Lleva semanas sin escribir. Las palabras se retuercen en su mente y las teclas cambian de sitio cuando sus dedos intentan buscarlas, inquietos, temblorosos, asustados. ¿Por qué no puede siquiera escribir un mísero renglón que la haga sentirse satisfecha?

Quizá no haya temas que la inquieten. Posiblemente le falten ganas, empuje o destreza.

No, nada de eso, intenta decirse a sí misma tras borrar una vez más el último párrafo que ha escrito, de nuevo horrible al ser leído. Lo intenta de nuevo. Cambia palabras, busca sinónimos, baja la mirada al teclado intentando encontrar respuestas, tratando de sacar de él la frase adecuada, la combinación perfecta.

Pero no lo hace. Tras largo rato frente a la pantalla se resigna y busca otra actividad que la haga sentirse menos frustrada.

Tras un tiempo cae en la cuenta de que tiene muchas fronteras que superar antes de conseguir un escrito decente. Podría escribir sobre su inseguridad, su falta de motivación o sus miles de defectos. Podría incluso atreverse a mostrar aquí millones de secretos de los que no tendría por qué avergonzarse. Podría desahogarse en este lugar, escribiendo sobre detalles que le duelen, que le hacen pensar en si realmente lo está haciendo bien con ciertas personas y consigo misma. Pero todo ello no sería más que un diario. Unas páginas que hablasen de su vida, quizá algo adornadas por palabras bonitas, quizá escritas de un modo más literario, pero, al fin y al cabo, un diario.

Y no quiere acomodarse en sí misma. Necesita salir, descubrir nuevas mentes, nuevas personas, nuevos lugares. Necesita poder sacar de cualquier detalle algo que escribir, algo inexistente, algo que realmente no sea ella.

Necesita explorar…

1 comentario:

  1. Pues dile a ella de mi parte que ha dado el primer paso: decidirse a explorar. De aquí a nada se dará cuenta de que hay mucho más fuera de ella que en sí misma. Lo cual no quiere decir que sea más interesante...:P

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