jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo Veinticuatro

Debían de ser las cuatro y media de la tarde; las cinco menos cuarto, a lo sumo. La tarde era oscura y en su habitación hacía largo rato que la luz estaba encendida. Aún así, le parecía demasiado lúgubre. Estaba además rodeada de multitud de objetos inservibles pero de los cuales siempre fue (y sabía que así sería eternamente) incapaz de deshacerse. Allí no podría estudiar absolutamente nada, ya no estaba acostumbrada.
A las cinco menos diez se decidió al fin. Se abrochó las botas, se puso el abrigo y cogió sus cuadernos. Fuera llovía pero no cogió el paraguas, pocas veces lo hacía. Apenas tardó un par de minutos, tal vez tres, en llegar al edificio que alberga la Biblioteca Municipal. Fue con paso decidido hacia la Sala General de Lectura, tomó el pomo, -abierta- se dijo; entró y cerró la puerta tras de sí.
Sólo entonces dudó. El silencio era sepulcral. No se trataba de que todos fueran, por primera vez en la historia de aquella biblioteca, personas lo suficientemente educadas para permanecer calladas. Era sencillamente que la sala estaba completamente desierta. No había nadie. Tampoco habían encendido las luces, pero aún se podía leer junto a las ventanas sin necesidad de forzar la vista. Incrédula, avanzó por los pasillos y se sentó en una de las primeras mesas, escondida entre las estanterías. Dejó caer el abrigo sobre una de las sillas y colocó los cuadernos sobre la mesa. De pronto sonrió. Ya no sabía si estaba abierta o cerrada, si había algún malentendido, algún despiste, pero nunca estuvo la biblioteca tan silenciosa, ni la chica tuvo, a pesar de haber ido en más ocasiones, tantos libros a su alcance. La biblioteca era suya, y podía hacer cuanto quisiera.
No pasó más de media hora cuando el chirriar de la puerta destrozó el silencio y sacó a la joven de su inocente fantasía, acababa de dejar de ser la dueña y señora de aquel lugar.
Unos pasos avanzaron por el pasillo, lentamente. Se pararon a alguna distancia de ella, que permanecía inmóvil, a la espera. Habían ido a por ella, bien lo sabía. Tenía pocas opciones, si se quedaba allí más tiempo acabarían por descubrirla. Podía subir a la segunda planta, posiblemente nadie esperara que alguien se hubiera escondido allí. Pero el silencio era tal, que cualquier movimiento podría delatarla. Se inclinó levemente para espiar entre los libros, el intruso ya estaba demasiado cerca para poder huir sin ser vista. Aprovechó para estudiarlo: era un hombre, no demasiado alto, orondo y calvo. Por qué había entrado, qué buscaba, y sobre todo, qué quería de ella, eran preguntas a las que se veía incapaz de responder. Habían entrado en su reino, en su mundo, aquellas paredes, las estanterías, todos los libros, eran exclusivamente suyos. Y también lo era el silencio. Fuera quien fuera aquel hombre había destrozado sin piedad el silencio; no un silencio incomodo, ni el silencio de quien se siente en soledad; sino el silencio más calmado, el más hermoso del mundo. Se lo habían robado y de repente estaba furiosa, ¡quién osaba interrumpirla!
Al fin, el intruso llegó hasta ella. Habló con voz pausada, mirándola con una expresión que a ella se le antojó casi suplicante de perdón, como si aquel hombre no quisiera hacer lo que estaba a punto.
-Chica... se me olvidó antes echar la llave. Esta sala está cerrada ahora, hemos dicho a los estudiantes que vayan a la del Fondo Local.
Le costó contestar de forma agradable. Habría deseado que no la hubiera visto, que hubiera cerrado la puerta sin más desde fuera y la hubiera dejado allí, durante toda la noche, empapándose de libros y disfrutando del silencio de la inmensidad del universo, que nosotros solo podemos encontrar entre las estanterías repletas de libros de una biblioteca desierta. Recogió sus cosas lentamente, alargando cuanto pudo la marcha, pero ya se había roto el encantamiento.

Chío Beloki

2 comentarios:

  1. resumiendo un poco.... te colaste en la biblioteca estando cerrada y te echaron, no? vaya fastidio! =P

    no está mal, no...

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  2. Por un momento creí que estaba leyendo "El nombre de la rosa"...jajajajajaa que chasco!

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